¿Y por qué no?

¿Por qué no vivir la vida como yo quiera? ¿Por qué no hacer todas las locuras que se me pasen por la cabeza? ¿Por qué no saltar y gritar, elevándome como una burbuja de jabón?
¿Por qué no amar a mi manera? ¿Por qué no saltarse las reglas?
¿Por qué no recorrer el mundo con lo puesto y poco más?
¿Por qué no soñar? ¿Es que acaso me lo vas a prohibir?. A partir de hoy voy a vivir mi vida, a mi manera.

domingo, 22 de mayo de 2011

Sueños.

El ser humano tiene la capacidad de soñar. Éste lo hace una media de tres veces por noche. Los sueños son creados por nuestro subconsciente, llevándonos desde la pesadilla más cruel hasta el más bello paraíso, haciéndonos pasar por sitios que solemos frecuentar, pero diferentes o por el contrario, aquellos que jamás hemos conocido y quién sabe si algún día lo llegaremos a hacer.
Hoy he soñado contigo. Suelo hacerlo todas las noches. De la mayoría de ellos no me acordaré, pero este creo que jamás podré borrarlo de mi memoria fácilmente. Era un 5 de febrero, como hoy. Habíamos quedado para vernos un ratito, poco más. No imaginas cuántas ganas tenía de verte. Me había calzado unos tacones, los más altos, con unos pitillos bien ajustados, esos que tanto te gustaban y una cazadora, con una camiseta grande, de tío. Yo acudía a la cita, y ahí estabas tú, esperándome y sin saber por qué con tu madre. Ella estaba rara, ni se acercó a saludarme. Nada más verme me decías que lo sentías, pero que tenías que volver a casa. En mi interior me preguntaba ¿por qué? , pero no tenía valor de hacerlo en voz alta. En lugar de eso, me enfadé, me harté, me cansé. Tenía ganas de ti. De hacer el tonto. De besarte. De hacer el amor. De esta estar contigo. Con lágrimas en los ojos, sin un porqué racional, te dejé y eché a andar sin rumbo, sin un sitio donde ir, sin ningún destino. Y en el camino todo me recordaba a ti, eran momentos en los que la locura me traicionaba. No sólo he llorado en el sueño, me he levantado con los ojos llorosos. Entonces he recordado, y me he preguntado si podría soportarlo. No, sería como encontrarme en un abismo. Es “fácil” enamorarse. Al principio puedes tener un poco de miedo o incluso mucho, y algunas personas que intentan huir de él, pero se acaban rindiendo y lo hacen, caen en ese fantástico juego. Terminan sintiendo mariposas en la tripita, ríen, están en una nube, pierden la noción del tiempo y todo es distinto. Esas personas consiguen ser incluso más felices de lo que ya eran. Pero, ¿y si eso se rompe como en el sueño? Mi vida estaría incompleta, como el fumador que tiene tabaco, pero no tiene fuego, como una cenicienta sin zapatito de cristal, como un escritor sin historia que contar o como una brújula sin un mundo en el que guiar.
Hoy creo que he logrado entender aquello que me preguntaste una vez,
“¿y si acaba mal?”. He entendido lo que hay detrás de esa pregunta, y desde lo más profundo de mí misma, te doy las gracias por arriesgarte en esto.
Te amo.

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